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Elección, conciencia y libertad

«Los hombres sólo pueden tratar entre sí de dos formas: Armas o lógica. Fuerza o persuasión. Aquellos que saben que no pueden ganar utilizando la lógica, siempre han acabado por recurrir a las armas.»

Ayn Rand

El Automático.

La regulación social pretende individuos colonizados, deprimidos y obedientes. La obediencia permite a los gobernantes, valga la redundancia; gobernar y la función de todos los gobiernos consiste en dirigir, controlar y administrar.

Si ponemos atención, a la definición de gobierno, este implica ceder el poder a otros para que administren mis recursos y controlen mis acciones.

La primera intención de estos es la de poder a convivir en espacios seguros, que nos permitan no estar en riesgo y defender la vida, la libertad y la propiedad privada como es la finalidad de la república.

Es la mecánica la que no funciona, pues se centra en coartar la libertad del individuo, en regular las acciones y mantener al pueblo en estados de resentimiento y resignación que les permitan seguir manteniendo el control.

Así mismo derivan sus facultades en mini gobiernos de comunidades menores como las religiones, las escuelas, etc. con lo cual replican su sistema y así hemos venido aprendiendo lo que a otros les interesa y les conviene que aprendamos. Nos mantienen en el espacio del miedo.

El control es la metodología más fácil de operar una comunidad. Es más fácil prohibir que fomentar la razón, es más barato inhibir que educar, es menos exigente apropiar acciones predeterminadas que fomentar la creatividad y expandir las posibilidades, y valga decir menos riesgoso para los gobernantes.

Así aprendimos, así hemos vivido por décadas y décadas. Está inmerso en nuestro ADN. Nacimos con la opresión y actuamos desde el control para buscar la libertad subordinando nuestro poder a la regulación social.

Nuestros sistemas educativos, de familia, de comunidad están plagados de herramientas controladoras que se fundamentan en la violencia. Hablo del regaño, el castigo, el exilio, la reprimenda, la burla, el chantaje, el encierro, la multa, la sanción y muchos más enfocados en restar valor al individuo que se sale del mapa general.

Curiosamente cada vez que ejercemos más control, estamos fomentando más la búsqueda desesperada de la libertad, la rebelión y la revuelta, y aunque soy defensor de las rebeliones no creo en la violencia como arma para la expansión del poder individual.

La rebelión es imperante. No podemos seguir subordinados a la ilusión de control. El control limita la libertad. Entonces; ¿cuál es la fórmula para fomentar la libertad del individuo en una sociedad que busca proteger a sus integrantes? Es claro que la protección de los individuos y sus derechos es la base que fundamenta la socialización del ser humano

Las Dos Premisas

La libertad es parte de la realización y trascendencia del ser humano. Desde la sociedad que construimos y que habitamos es difícil entenderla y por tanto aparece camuflada su importancia y se confunde entre diversos valores como el éxito, el dinero y el poder que lamentablemente se convirtieron en meta imperativa del desarrollo personal, fomentando comportamientos egoístas que restan valor a las relaciones y la sociedad. Entendimos nuestro poder en función del otro, pretendiendo que PODEMOS sabotear al otro, PODEMOS competir contra el otro, y declaramos nuestro éxito en función de la comparación, por tanto la trampa en que caemos consiste en evidenciar la debilidad del otro como pilar de mi crecimiento y mi éxito, y al jugar esas reglas vamos disminuyendo nuestra posibilidad de relacionarnos desde el valor con los otros, desde la creatividad con las acciones y desde la abundancia con nuestros resultados.

Ayn Rand propone 2 premisas para la vida. Las podríamos definir como metacompetencias aunque esa interpretación se queda corta. Más que competencia para mí implica un compromiso. Comprometerme conmigo y con los demás a que cada una de mis intenciones y cada una de mis acciones va a generar valor y así mismo no va a restar valor.

Si dentro del acuerdo que yo estoy haciendo, el proceso ó el resultado no le generan valor al otro, lo privan de su libertad, no buscan generar abundancia, aprendizaje ó independencia la conclusión es que es un acuerdo que no funciona, es un acuerdo en el que prima mi bienestar, por tanto deja de ser justo, también debo enfocarme cuando el acuerdo no cumple con las premisas hacia mi lado.

El trabajar buscando generar valor abre una gama de posibilidades infinitas y me conecta con mi creatividad, produciéndome grandes beneficios. Por ejemplo desarrollo mi capacidad de pensar abiertamente, no me condeno con los paradigmas, veo las circunstancias no como problemas sino como retos, aprendo a co crear, a escuchar al otro y a volverlo partícipe de mis acciones, a compartir y a comprenderme como aprendiz. Me saca del espacio del miedo y de la inconsciencia. Me permite no buscar el control y no temerle a la incertidumbre, de hecho, la incertidumbre se vuelve un aliado porque no estoy enfocado en el resultado sino en las acciones, los acuerdos y el presente.

GENERAR VALOR ME HACE CONSCIENTE!

La Elección y el entusiasmo

Hay un abismo entre el espacio dominado por el miedo y el espacio habitado por el amor en el cual se encuentra el entusiasmo. Ese abismo es el paso de la inconsciencia a la consciencia y cuyo gobierno le corresponde a la capacidad de cada uno de elegir. Es la Elección la acción que nos separa de la condena o de la libertad y es un espacio que tiene la misma duración del instante. Y aunque su momento es casi imperceptible, sus consecuencias son de larga duración y engendran el poder que cada ser humano tiene. Solo tiene dos consecuencias; la libertad ó la condena. la condena es gobernada por el miedo y sus derivados son la resignación y el resentimiento, mientras que la libertad se alimenta del entusiasmo y de la paz.

Es la consciencia de la Elección lo que define las consecuencias de mis acciones y el poder que le doy a la emoción de hacerse cargo de mis resultados. si planteo mis acciones desde el resentimiento, los resultados no están alineados con mi grandeza, por el contrario los limito a mi escasez. Doy lo mínimo posible de mis capacidades enfocadas hacia el resultado. El resultado le pertenece a otro. De hecho, es el otro quien define hasta dónde actúo y qué resultado desea. Por el contrario, cuando es el entusiasmo la emoción que prevalece en mi estado de ánimo, el resultado se produce como consecuencia, no lo conozco pero me presenta infinitas posibilidades y me conecta con la grandeza. Me permite vivir el instante, disfrutar del momento sin subordinarlo al resultado y me lleva a lo que Fred Kofman denominó en su libro La Empresa Consciente como “el éxito más allá del éxito”.

También lo describe Víctor Frnkl en su libro el Hombre en Busca de Sentido como el libre Albedrío, cuando cuenta su desgarradora historia en el campo de concentración al que llega después de haber sido despojado de sus bienes, de sus títulos, de su familia y cuenta cómo desde la elección consciente fue capaz de entender la tortura como una oportunidad de aprendizaje de la que salió con vida y gracias a la cual terminó su propuesta de la Logoterapia.

TODO EN LA VIDA ES ELECCIÓN, Y LA ELECCIÓN ME HACE RESPONSABLE! 

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